Así fue el Campamento de Navidad 2018

Parece que fue ayer cuando estaba cerrando datos del campamento de verano y, en un abrir y cerrar de ojos, llegó la Navidad.

 

Por Lara Lorenzo, monitora del campamento.

Un trimestre que se acaba, primeras vacaciones escolares, los padres trabajan, los niños con tiempo libre… la mejor opción ¿como no? contar con nosotros, venir al campamento de Navidad de Ureca.

 

Ni el frío ni el hielo pudieron impedir que nos lo pasáramos genial. Para mí, personalmente, fue un campamento diferente e inolvidable. Eran pocos niños, pero hicimos una gran piña disfrutando a tope de los días que pasamos juntos. Pude compartir con ellos momentos de risas, juegos, deportividad… y me sentí como una niña más. ¡Hacía años que no jugaba al futbolín o al ping pong!, me lo pasé de lo lindo formando parte de un torneo improvisado.

 

 

La programación, esta vez, la marcaron ellos mismos. Era su tiempo libre, ¿qué mejor que ellos pudieran escoger realizar las actividades que más les apetecían? Algunas de ellas fueron el patinaje y el skate, ¡y ahí estaba yo con ellos y mis patines!

 

 

Su ilusión me hizo recordar las Navidades de mi infancia, escuchar cómo hablaban de la casa de sus abuelos, o de lo que querían para Reyes o Papá Noel… fue realmente precioso. Pero lo mejor estaba aún por llegar. El día 7 de enero, el último del campamento y el primero después de la “gran noche”. Llegaron locos por contarme qué les habían traído los Reyes Magos, algunos incluso se trajeron sus juegos para enseñarlos. Como el día 7 para mí siempre fue el día de jugar con los juguetes nuevos, eso hicimos ¡y yo no podía perdérmelo! Tirados en el suelo jugamos a la máquina de la verdad, al virus, a los Legos, con las Lols…

 

 

Ahora que ya están guardadas las guirnaldas y las manualidades navideñas, los villancicos son un lejano recuerdo y mi cabeza piensa ya en los carnavales y en un nuevo campamento, miro atrás y solo puedo decir: ¡gracias!